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Samantha no quería llorar porque se había acostumbrado a guardar sus emociones para sí misma durante todos esos años.
Nada de eso se suponía que fuera un gran problema, y sentía como si llorar no estuviera justificado.
En ese momento, todas sus defensas se derrumbaron mientras yacía en los brazos de Timothy y escuchaba sus sencillas palabras.
Las lágrimas comenzaron a caer como un collar de perlas roto y ella fue incapaz de decir ni una sola palabra.
Timothy la abrazó aún más fuerte y no dijo nada cuando sintió que ella temblaba en su abrazo.
Las palabras no eran necesarias en ese momento mientras él se quedara a su lado.
Le daba palmaditas en la parte de atrás de la mano de Samantha poco a poco en un gesto silencioso de consuelo.
El tiempo pasaba lentamente y no fue hasta mucho más tarde que Timothy finalmente sintió que sus temblores paraban en su abrazo.
Incluso los sollozos comenzaron a disminuir y bajó la mirada para observarla.