—¡Ah, lo siento mucho! —se disculpó Samantha enseguida.
—Está bien.
La voz de la persona era excepcionalmente melodiosa, fluía en sus oídos como un manantial claro que corre a través de las montañas. Era muy agradable escuchar esa voz.
Samantha no pudo evitar levantar la vista.
Un rostro extremadamente pequeño y delicado fue lo primero que Samantha vio. El lujoso cabello de la mujer, que llevaba suelto, añadía un toque extra de personalidad.
Samantha había visto gente atractiva desde que era joven. La referencia para hombres era Timothy, mientras que para mujeres tenía que ser Rochelle. Pocas personas podían asombrar a Samantha de un vistazo, pero esa mujer desconocida era una de esas personas. Los ojos de Samantha se iluminaron resonantemente cuando vio a la mujer.