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Quizás sería mejor perderse y nunca volver a aparecer...
Samantha, que se inclinaba para cambiarse el calzado, se tensó de una manera casi imperceptible. Permaneció inmóvil en esa postura durante un buen rato.
Pensó que probablemente había sido una persona malvada en su vida pasada, y por eso Dios la castigaba en su vida actual privándola de todo: sus padres, su hermano menor y su amante.
Aún más irónico era cómo, sin saberlo, había regresado a la villa después de deambular en una situación tan triste y desesperada.
Era como si hubiera vuelto allí porque sabía que Timothy estaba.
Lamentablemente, el hombre frente a ella no era el Timothy al que había amado tanto, sino un demonio que no quería más que verla desaparecer para siempre.
Samantha estaba física y mentalmente agotada. No tenía energía para enfrentarse a Timothy más. Después de ponerse sus zapatillas, levantó la mirada y se encontró con su mirada.