—No te pongas a dudar de ti misma. La situación era un caos en ese momento. Se desconocía la suerte de ustedes dos, Jiang Li, y todos estaban desordenados. Fu Jiuxiao era tan terco, ¿qué podía hacer yo?
—No te estoy culpando. ¿Por qué te importa tanto? —Wei Ziheng rodó los ojos hacia Ban Yue.
Ban Yue no estaba convencida.
—¿Entonces no me estás culpando? No pienses que no sé lo que estás pensando.
—No digas tonterías.
Al ver que los dos estaban a punto de discutir, Jiang Li se sintió un poco impotente.
—A mí no me importa tanto. ¿Sobre qué están discutiendo?
Ban Yue no dijo nada, pero todavía le lanzó a Wei Ziheng unas cuantas miradas fulminantes. Wei Ziheng también devolvió la mirada a Ban Yue varias veces.
Jiang Li estaba un poco sin palabras. Si no fuera por el hecho de que no había otras emociones especiales en sus ojos, Jiang Li habría sospechado que había algo sospechoso entre ellos dos.
Ella suspiró.
