Ding Hanyu todavía señalaba a Jiang Li con una mirada feroz en su rostro.
—¡Es ella! ¡Es esta mujer la que me hizo perder mi orgullo! Jefe, tú eres el jefe de esta zona. ¡Tienes que respaldarme! ¡Hazle saber quién manda aquí! —gritó.
Jiang Li escuchó las palabras de la otra parte y sonrió sarcásticamente.
Cuando Hu Miao vio a su hermano, rápidamente se acercó a él.
Unas cuantas gotas de lágrimas cayeron de sus ojos, y se veía extremadamente afligida. —Hermano, esta persona me bloqueó aquí, ¡y hasta me quitó la ropa! ¡Incluso me grabó! —lloró—. Si Hermana Mayor no pasaba por aquí de repente, ¡él me habría grabado, hermano!
Cuando Hu Qing escuchó las palabras de Hu Miao, su cerebro inmediatamente explotó.
Se dio la vuelta y miró ferozmente a Ding Hanyu.
El corazón de Ding Hanyu saltó cuando fue mirado fijamente por Hu Qing. Estaba un poco asustado y rompió a sudar frío.
—¿Cómo podría ser? Jefe, yo no sabía que esta chica era tu... ¡Ahh! —exclamó.
