Cuando los demás vieron a Jiang Li comprar tantas ropas de una vez, quedaron impactados de nuevo. —¿Esas ropas probablemente valdrían decenas de millones, verdad?
No había necesidad de gastar tanto. Jiang Li era la dueña de la tienda aquí, así que el dinero que gastó eventualmente volvería a su propio bolsillo. Podría simplemente considerarlo como aumentar el volumen de ventas de su tienda.
Después de que Jiang Li escogió la ropa para Kong Xia, la llevó a realizarse un tratamiento facial y un corte de pelo.
Kong Xia originalmente no quería hacer esas cosas elegantes, pero era todo por la piedad filial de Jiang Li, así que Kong Xia lo aceptó.
Después de caminar por la calle, Kong Xia se miró en el espejo y por un momento no pudo reconocerse a sí misma.
Kong Xia tocó su rostro atontada. Ese rostro le recordaba a sí misma cuando era joven, y por un momento se sintió un poco emocionada.
