—¿Incluso la llevaste a Qiu Huang? ¿Acaso ella lo merece? —Jiang Man estaba muy enojada al pensar cómo se había avergonzado frente a Qiu Huang. Ni siquiera quería mirar a Qiu Huang. También tiró a la basura toda la ropa de la marca de Qiu Huang en su casa y las rasgó.
—¡Jiang Man, no te pases!
—¿Ah sí? —Jiang Man se rió—. ¿Acaso el Joven Maestro Fu se olvidó de mí, su prometida? ¿No es una falta de respeto demasiado grande que lleve a su amante a ir de compras abiertamente?
—¿Qué? —Jiang Xiaoxiao estaba impactada. ¡Nunca había pensado que la persona que la había estado persiguiendo durante tanto tiempo tendría una prometida! Y además, su prometida era una chica tan hermosa y noble.
De repente sintió que había sido engañada, y sus ojos rojos estaban a punto de salir. Jiang Xiaoxiao se sentía tan mal, que solo quería dejar ese lugar lo antes posible, así que dejó la bolsa de Qiu Huang que tenía en sus manos y se escapó corriendo.
