Cuando Jiang Li regresó a casa, vio a Fu Jiuxiao sentado en una silla de ruedas, mirando hacia la puerta como si estuviera esperando pacientemente a su esposa.
No pudo evitar reírse al ver a Fu Jiuxiao así. —¿Quién ha hecho a nuestro Noveno Maestro infeliz? —Tan pronto como Jiang Li terminó de hablar, la cara de Fu Jiuxiao pasó instantáneamente de oscura a brillante. La velocidad con la que cambió su expresión hizo sospechar a Jiang Li que el Fu Jiuxiao que vio al entrar por primera vez en la habitación era solo una ilusión.
Lo que Jiang Li no sabía era que fue por esa palabra "nuestro" que había alegrado a Fu Jiuxiao.
Mientras la otra parte fuera Jiang Li, las cosas que él deseaba no podían ser más sencillas.
Con ese pensamiento, Fu Jiuxiao olvidó por completo su descontento anterior. Inconscientemente suavizó su voz. —Si tienes hambre, hay comida en la cocina.
—No, iré al estudio a trabajar un rato.
