Cuando Jiang Li escuchó las palabras de la otra parte, rió socarronamente en su corazón y su expresión se volvió cada vez más y más descortés.
—Si al Noveno Maestro le gusto o no, eso es asunto nuestro. Ahora que has venido a su casa a hacer lo que te da la gana, ¿no temes que el Noveno Maestro te tome como objetivo? Eres viejo pero irrespetuoso, entonces, ¿de verdad crees que todos tienen que respetarte? —Cuando Meng Yun escuchó las palabras de Jiang Li, apretó los dientes.
—¿De verdad piensas que al unirte a la Familia Fu puedes convertirte en la Señora de la Familia Fu? Je, ¡aún estás lejos de eso! Si yo no te reconozco, tú...
—Si me aceptas o no es tu asunto. Ahora que estás de pie en mi territorio, tengo el derecho de pedirte que te vayas, así que por favor vete. ¡Aquí no eres bienvenida! —Al ver que Jiang Li no era nada cortés, Meng Yun cambió su expresión y soltó una risita burlona.
—Jiang Li, tarde o temprano, llorarás.