Qiu Chenxi apretó los puños. Había destellos de odio y burla en sus ojos.
Los ojos de Qiu Chenxi parecían decirle a Qiao Nan que esta última debía ser una tonta hablando en sus sueños. Dadas las cualidades de Qiao Nan, era un pensamiento ilusorio de su parte creer que podría estar junto a Zhai Sheng.
Qiao Nan contó una mentira tan increíble. A menos que su cerebro estuviera atrapado por la puerta, nunca lo creería.
Qiu Chenxi apretó los labios y recuperó su dinero. —Ya que realmente no vas a decírmelo, entonces olvídalo. Claro, no estás dispuesta a hablarme sobre la situación de esa mujer, pero ¿podrías no mencionarle a nadie que vine a buscarte hoy? ¿No decir una sola palabra a nadie? —preguntó.
—Claro —respondió Qiao Nan.