—Ding Jiayi se secó las lágrimas, su voz ronca.
—Realmente no se esperaba que llevarse los trescientos yuan consigo solo le trajera grandes problemas al final. Además, quedó completamente deshonrada.
—«También debes recordar que Nan Nan es hija de la familia Qiao. Ella lleva mi apellido Qiao, mientras que tu apellido es Ding. Si te atreves a hacerle algo a Nan Nan o a pegarle, Nan Nan quizás no pueda defenderte por ser tú su mayor, pero te haré probar tu propia medicina y haré que sufras más de lo que le hagas a ella».
—Cuando Ding Jiayi se enfadaba, usaba la fuerza contra Qiao Nan. Hoy, hizo lo mismo justo delante de la policía. Qiao Dongliang tenía el rostro severo. Tenía que dejar claras las reglas.
—¿Me oíste?! —preguntó Qiao Dongliang.
—Te oí... —respondió débilmente Ding Jiayi—. Sabía que las palabras de Qiao Dongliang no eran amenazas vacías o bromas. Él hablaba en serio.