Hola a todos, ¿como están? Espero que bien. Hoy les traigo un nuevo capítulo de este fanfic. Sin nada más que añadir, que lo disfruten.
Todos los derechos reservados a Eiichiro Oda, creador de la franquicia One Piece.
Capítulo 28: Llegada a Mastia
De vuelta en el País de Wano, Tama se curó de sus heridas en la casa de Tenguyama Hitetsu junto a Chopper y los doctores minks, mientras que Inuarashi se enfrentó a Shutenmaru en la base de los bandidos, acabando en un empate. Kin'emon intentó hablar con el anterior Ashura Doji, pero éste le dijo que en el pasado sólo servía a Kozuki Oden y por lo tanto no le debía nada a su familia, y que no serían capaces de llenar el vacío que dejaron en el país por tantos años. En Onigashima, base de los Piratas de las Bestias, King y Queen, los otros dos "desastres", regañaron e insultaron a Jack por la bajada de impuestos recaudados en Kuri, mientras éstos dos se insultaban también entre sí.
Varios días después de la derrota de Luffy, éste y Kid empezaron a cargar rocas dentro de la cantera de la prisión con tanta eficiencia que asustaron a los guardas. Debido a su gran trabajo, fueron recompensados con la misma gran cantidad de kibi-dangos, cosa que a Luffy no le pareció justo ya que creía que el cargó más, comenzando una discusión. Debido a ello, el responsable de la prisión y shinuchi de los Piratas de las Bestias Dobon llegó a su celda para saber por qué había desaparecido tanta comida. Luego de ser amenazados con tortura y amputaciones si osaban enfrentarle, Dobon "se comió" tanto a un preso anciano por entrometerse en su camino como a ambos piratas, sólo para ser derrotado al instante por los dos.
En la Capital de las Flores, Franky y Robin se reunieron con Sanji en el puesto de soba que había creado como tapadera, el cual estaba teniendo gran éxito. Poco después, llegaron varios miembros de la familia Kyoshiro, un famoso grupo yakuza del país. Éstos exigieron un pago para "proteger" el lugar, sólo para recibir una paliza por parte de Sanji y Franky. Entre los clientes que habían huido del lugar se encontraba Toko, una niña kamuro que, tras hablar un poco con los piratas, volvió a su trabajo de ayudante de la oiran Komurasaki, la cortesana más hermosa e importante de la isla, la cual se dirigía al castillo de Kurozumi Orochi por un banquete que éste estaba apunto de hacer.
Durante el camino, varios hombres timados en el pasado por ella intentaron asesinarla, pero fueron reducidos por su guardaespaldas y exiliados de la capital por su pobreza. Mientras ocurría todo esto, Suke (uno de los yakuzas que intentaron atacar a Sanji) informó a su líder Kyoshiro sobre lo ocurrido, a lo que éste le dijo que le pidieran a Queen unos asesinos para encargarse de la situación ya que él debía irse a la fiesta del shogun, el cual se encontraba muy ilusionado ya que afirmaba que Komurasaki por fin sería suya.
infiltró en la prisión de Udon y le dijo a Luffy que las llaves de las esposas estaban en un baúl de piedra marina, pero que las conseguiría pronto. Caribou oyó la conversación y le ofreció su ayuda, afirmando que no podía confiar en Kid por ser demasiado débil, ya que éste perdió el brazo contra los Piratas de Big Mom. Kid llegó al lugar y rectificó al pirata, puesto que fue un miembro de los Piratas del Pelirrojo quien lo hizo. Luego de ello, Kid y Luffy discutieron sobre quién derrotaría a Kaidou. Tama conversó con Kozuki Momonosuke mientras éste entrenaba, diciéndole el niño que si su hermana siguiera viva, tendría ahora unos veintiséis años.
Mientras tanto, en el mar.
El dúo había conseguido escapar de la región de Tottoland, pasando un día desde que se fueron de allí. Ambos se encontraban haciendo cosas distintas, pero siempre alerta ante la primer señal de tierra que cualquiera pudiera ver o percibir. Usopp se encontraba intentando cocinar un pescado que había capturado previamente, improvisando con un pequeño pero afilado palo una especie de espeto, acompañándolo con una cuidada fogata a la que buscaba evitar que sus llamas o brasas llegaran a toda la balsa. Por otro lado, Rebecca se encontraba nadando pegada a la balsa, sin buscar irse o alejarse de su capitán, sumergiéndose para mojar su cabello, nadando en círculos o, simplemente, sosteniéndose de la balsa. —Rebecca, ¿estás segura bañándote en pleno mar?— preguntó Usopp mientras retiraba las espinillas del pescado que cocinó previamente, —Mientras este usted aquí, no puedo temer, capitán— respondió Rebecca señalándose con su pulgar derecho, imitando cierto gesto de confianza que Usopp suele usar para darse confianza y temeridad. —¿Nadando sin nada puesto?— preguntó Usopp señalando su ropa de gladiadora, estando esta cuidadosamente ordenada, con sus botas y espada reposando al costado del restante equipo. —Es que…, le he visto nadar sin su ropa puesta antes y pensé en hacerlo también— respondió Rebecca con cierta inocencia, —//No otra vez, ¿de verdad está dispuesta a hacer como yo? Tengo que encontrar una manera de que no sea como yo, pero no se que enseñarle, ella usa una espada y yo una honda, ¿Qué podría aprender de alguien como yo?//— —Capitán, ¿esta bien?— Rebecca lo sacaría de su pensamiento. El tirador taparía sus ojos para no observar el cuerpo desnudo de su tripulante, que volvía a subir a la balsa para ir a vestirse con su atuendo del coliseo. —Oye Rebecca, más cuidado, por poco termino viendo— refunfuño Usopp aun con los ojos tapados, —Capitán, pensé que no habría inconveniente, ya que lo he visto subir y bajar de la balsa varias veces sin ropa— respondió Rebecca mirando como su capitán la evitaba tapando con sus ojos. —Entonces, ¿no tienes pudor?— preguntó Usopp con los ojos cerrados. —No. Me he acostumbrado a no tener nada puesto y a ver a hombres y mujeres sin ropa pasar entre mis narices. La única ocasión en la que tuve que actuar fue cuando intentaron hacerme algo y yo usé mis habilidades con la espada para desarmar y reducir a los sujetos, todo ello ocurrió mientras intentaba dormir— dijo Rebecca con cierta extrañeza, recordando su tiempo viviendo dentro de ese frío y oscuro calabozo. —Entonces, ¿no me harás nada?— preguntó Usopp con temor en sus palabras. —Claro que no Capitán. Lo he visto tantas veces que me acostumbre a verle sin nada— respondió Rebecca mientras se sentaba en el borde de la balsa, aun sin haberse puesto su equipo. Lentamente, Usopp abrió los ojos y vio a su tripulante sentada y totalmente desnuda. Sus sentimientos intentaron salir a flote pero, su mente se enfocaba en controlarlos para que estos mismos jamás saliesen a flote. Sus instintos como hombre buscaban decirle que lo haga, pero su fidelidad a su primera amiga aplastaron esas emociones por completo. Visualizó a su tripulante de una forma normal, sin tener impulsos que lo llevasen a cometer una locura. —¿Lo ve Capitán?— preguntó Rebecca mientras se calzaba sus botas de acero y la parte baja de su malla dorada, dejando al descubierto sus pechos. —¿Qué cosa?— preguntó Usopp extrañado. —Que no hay nada raro en lo que le he dicho— le respondió Rebecca con cierto entusiasmo en su rostro. —Si, claro— dijo Usopp con incredulidad, ya que no conocía muy bien a su ahora tripulante para que le narrase parte de su pasado y vida dentro del coliseo.
Pasado un tiempo, el héroe legendario logra visualizar a lo lejos la costa de una isla, —¡¡TIEERRAA!!— exclamó Usopp mientras saltaba de la emoción. Rebecca, con su malla de acero completamente puesta, se posiciono detrás de su Capitán, viendo a lo lejos un puerto al que instó a que se dirigieran allí. Ambos, con esfuerzo llegan hasta el puerto, sólo para ser sorprendidos por guardias que los apuntaban con sus armas. —Identificación— dijo uno de los guardias apuntando con un rifle. El dúo levantó los brazos con temor, esperando lo peor, cuando una voz exclamo. —¡Dejadlos!— una figura salía de una calle mientras los guardias bajaban sus armas con temor. —¡Gran Mariscal! ¿Qué esta haciendo aquí?— uno de los guardias pregunta a la misteriosa figura mientras bajaba su arma. —Vienen de mi parte, abridles paso—, —¡Si, Mariscal!— respondieron los soldados, permitiendo pasar a los dos errantes. Usopp y Rebecca buscaban visualizar quien los ayudó y, tras lograr verlo, el tirador se llevaría una sorpresa, —¡¿Leorxa?! ¿Que te ha pasado?— preguntó Usopp mientras bajaba de su balsa con Rebecca siguiéndole detrás. —Es una historia larga, pero os lo diré en privado— dijo Leorxa que vestía una túnica púrpura con detalles dorados en el cuello de la misma.
El dúo emprende un recorrido guiado por Leorxa en donde pasan por distintos puntos de importancia. Un anfiteatro al aire libre es el primer recorrido al que arriban, donde ven a una bailarina danzar al son de unos tambores, al este una feria atestada de gente con diversas tiendas a la que los pueblerinos van y vienen, al sur vislumbran lo que parece ser una academia, el puerto, una bóveda, tabernas en cada esquina y, grandilocuente y vivaz, se alza la imagen de un edificio gigantesco, con una apariencia similar a un palacio con el aspecto de uno medieval y al norte se avista un gran bosque a la derecha y un desierto a la izquierda cubierto este último por lo que parece ser ceniza. —Vengan por aquí— dijo Leorxa mientras emprendía viaje hacia el sur con dirección al castillo. Usopp y Rebecca pasarían por el sitio con un gran cartel en lo alto del edificio con la leyenda Academia. Durante el recorrido avistaron distintos puestos ambulante, desde los de periódicos hasta los de comida. Finalmente llegan al aposento, siendo este muy grande y con varias puertas. Mientras seguían a Rupesto pudieron ver en una de las puertas, completamente abierta, una gran cantidad de bancas y personas en la misma discutiendo o debatiendo sobre algo, —Ese es le Parlamento, se discuten, aprueban o dictaminan las leyes que los ciudadanos han de seguir— dijo Leorxa mientras seguía un tramo recto a lo que los dos errantes continuaron su tramo. —Gran Mariscal, me alegra verle de vuelta—una figura femenina con un vestido largo y sedoso recibía al renombrado Mariscal, —He ido a buscar a gente muy importante, por lo que tendré una reunión con ellos en privado— dijo Leorxa, —Entendido, no habrá interferencias— dijo la dama. —Gracias, Lorine— dijo Leorxa mientras pasaba con los dos invitados a la sala. La sala contenía un gran mural con la imagen de una familia real en ella. —Es menester que deba presentarme ante vosotros. Mi nombre es Leorxa Rupesto, Gran Mariscal y Regente del Reino de Farahs— dijo Leorxa. Usopp, se mostraba sorprendido más por el lugar en sí, mientras que Rebecca se sorprendía por la altura de la gran pintura. —Y por lo visto Usopp, has traído compañía— agregó Rupesto, a lo que el tirador respondió, —eh si, es mi tripulante—, —¿Tripu…lante?— pregunto el Mariscal con intriga. —Mi nombre es Rebecca, escudera y tripulante del Capitán Usopp, también conocido como Héroe Legendario, Magnánimo, El Grandioso, El Valiente…— —Rebecca, creo que ya es suficiente— Usopp intentó frenar los elogios, pero una risa estruendosa se dejo oír dentro de la sala, —Pakajajajajajaja…— Leorxa reía con ahínco, dejando extrañado a Usopp, ya que nunca lo había visto de esa manera. —No pensé que tuvieras a alguien así, Nariz Larga— dijo Rupesto mientras respiraba después de semejante risa. —Bueno, ¿para que nos quieres aquí?— preguntó Usopp. Luego de haberse tranquilizado, Leorxa procedería a narrar el pedido al dúo y la razón de la llegada del mismo.
Mientras tanto, en el lugar de la tragedia.
Wiper estaba apenas consciente, arrastrando su cuerpo por el barro, mirando los cuerpos de su capitán y compañeros empezando a ser rodeados por las moscas. —//Malnacido, no pienso morir…no aquí//— cada arrastre de parte del shandiano se volvía cada vez más pesado y doloroso, intentando buscar una roca en donde apoyar sus brazos y poder recomponerse. De pronto unos pasos se oyen, Wyper intentaba ponerse de pie, pero le era imposible, a lo que las pocas fuerzas que este tenía se fueron disipando de forma repentina, a lo que sólo avistó unas sandalias que venían hasta aquí, —//Ruego que, quien seas, haz tu voluntad y hazme un entierro digno//— se dijo para sus adentros mientras el extraño individuo llegaba hasta el lugar, —Ah, más trabajo que tengo que hacer— dijo el sujeto al que sólo se aprecian sus sandalias.
En el mar.
El barco de los ya aniquilados Piratas Pulvo, Poppy manejaba el mismo sin un rumbo fijo, cuando a lo lejos avista un islote con un barco anclado y una batalla en él.
Los Piratas de la Tormenta se encontraban atacando a un león y un toro que, en dupla, obligaron al grupo de Mordekai a retroceder. A unos metros, Damask usaba un objeto hipnotizador mientras Meadows y Mummy se recuperaban. Acilia, por su parte, confrontaba y dejaba inconsciente con su escudo a varios piratas enemigos mientras con su espada hería a otro grupo de los de Mordekai. Mientras todo eso pasaba, Mordekai, con un cañón en mano, atacaba sin parar a Bellamy, que estaba bajo su técnica de Spring Hopper, producto del cual, los ataques del mismo, destruirían el barco de los de Bellamy. Bellamy, por el hecho, como si de una bala se tratase, embestiría a Mordekai, estrellándose este último en su barco. Su grupo ordenó la retirada, a lo que todos fueron a socorrer a su capitán y retirarse del lugar. —Capitán, ya hemos acabado con los invasores pero…— —Nos hemos quedao sin barco, si, ya lo sé, desgracias tras desgracias— respondió Bellamy con rabia, —Señor Bellamy, ¿que hacemos ahora?— preguntó Acilia. La bala de Dressrosa piensa en una forma de salir del lugar, hasta que alguien avista un barco a la distancia, —¡Barco a la vista!— dijo un hombre con ropa de gladiador. —Bien hecho, Hera— dijo Acilia al hombre de nombre Hera. Poppy logra ver desde fuera unos brazos levantados pidiendo su venida, a lo que la kuja se aproxima mentalizándose en su cabeza un posible enfrentamiento con aquellos brazos levantados. El barco, finalmente, llega a su destino y, en él, Poppy desciende por si sola, encontrándose con Bellamy y los demás. —¿Qué es lo que quieren?— preguntó Poppy mientras bajaba del barco. —¿Eres la dueña del barco?— preguntó Mummy. —Si, soy su dueña ahora. Yo y mi compañera Loi hemos huido de una masacre que terminó con la vida de nuestro capitán y demás miembros de la tripulación a la que hemos pertenecido la niña y yo— Poppy narró un poco lo acontecido a lo que el grupo de Bellamy se conmovió, pensando en ser los únicos a los que la desgracia siempre los acompañaba, pero aquellas a las que pedían ayuda, habían perdido todo por culpa de un Supernova. —Lo lamento mucho, chica— dijo Acilia luego de escuchar todo lo ocurrido. —En ese caso, podemos unirnos a ustedes, si así lo desean— dijo Damask. Los presentes, excepto Bellamy y Poppy, apoyaron la moción, esperando una respuesta de su capitán Bellamy. —¿Qué condiciones tenemos que cumplir?— preguntó Bellamy. —Ser respetuosos, ordenados y amables entre ustedes, como también saber cocinar, navegar y jugar, ya que Loi le gusta mucho jugar con cada miembro de la tripulación— dijo Poppy mientras todos iban asintiendo con la cabeza para no perder ningún punto de todo lo pedido por la kuja. Pasado un rato, el grupo de Bellamy sube al barco, reuniéndose todos en la zona principal, con Loi despertándose y escuchando todo el discurso improvisado de Bellamy, agradeciendo la hospitalidad de la kuja y la niña, proclamando que, desde este momento, son integrantes de la tripulación de los Piratas Coliseo.
Piratas Coliseo
Líder: Bellamy
Primer Oficial:
Hera
Miembros:
Acilia
Mummy
Meadows
Damask
Poppy
Loi
Criaturas:
Agyo (león)
Ucy (toro)
De vuelta en Mastia.
Usopp y Rebecca se encontraban en un hotel. Cada uno pensando en lo dicho por Leorxa horas antes: —[El motivo por el que los he llamado es relacionado con la isla. La isla de Mastia, desde el principio de la civilización, fue un epicentro que convivio con multitudes de cambios tanto sociales como geográficos. Desde hace 2000 años, la isla tuvo constancia de la existencia de una nación bajo la tierra, estando ubicada en la misma latitud en la que nos encontramos. Con el tiempo, esta misma acogería un nombre 100 años después de su fundación, llamándose así Tartesia…]—.
—Capitán, ¿Qué está haciendo?— preguntó Rebecca desde la entrada de la habitación de Usopp. —Estoy pensando en lo que comeremos mañana antes de ir hasta esa cueva que nos menciono Leorxa— respondió Usopp seguido de un leve bostezo, con Rebecca asintiendo, preparándose ambos para ir a dormir a sus respectivas habitaciones. —Buenas noches, Capitán— dijo Rebecca. —Buenas noches, Rebecca— replicó Usopp. Tras eso, Rebecca regresa a su recamara y Usopp procede a apagar la vela de su alcoba.
—[…Una nación orgullosa de sus avances tecnológicos, donde el saber, la disciplina, el valor y el orgullo son su bandera. Pero su fin llegó producto de una Hermandad que desterró al rey de esas tierras, obligando a su pueblo a atarse a un único mandato, bajo la tapadera de gobernarse ellos mismos, sembraron el terror y caos adonde sea que fuesen. Si su Gran Majestad aun ha de seguir con vida, lo importante ahora es derrotar a esa Orden y poner fin a 400 años de sufrimiento…]—
—//No creí que alguien que conoce al Capitán Usopp necesitase de nuestra ayuda. Pero sabiendo todo lo que he pasado en tan poco tiempo, debo estar a la altura para defender a mi Capitán, sin importar el peligro que enfrente. Aun los extraño, Papá, Abuelo, Tía y a todos aquellos que confiaron en mí, no voy a fallarles. No pienso fallarle a mi Capitán, ni a NADIE//— se dijo a sus adentros Rebecca mientras apaga la vela de su cuarto.
CONTINUARÁ…