Wriothesley intentó disimular su incomodidad y mantuvo su gesto y actitud estoica de siempre. Aún así, no pude evitar notar un ligerísimo ceño fruncido en su frente, como si estuviera tratando de controlar una emoción no deseada.
Wriothesley, con una expresión seria, agradeció la ayuda que le había brindado en la pelea contra las bestias. Sin embargo, en su tono de voz había un ligeramente acento de reproche y autoridad cuando se volvió hacia mí:
Wriothesley: Agradezco tu ayuda, pero no olvides que sigues siendo un preso. Esto no cambia tu situación actual. Mantén un poco las distancia.
Las palabras de Wriothesley eran directas y tajantes, sin dejar lugar a dudas. Su ceño estaba ligeramente fruncido y su rostro mostraba una expresión seria mientras me recordaba mi actual situación como preso. La tensión en el ambiente se podía sentir, y pude notar cómo Clorinde nos miraba ligeramente incómoda ante el tono de Wriothesley.
Los guardias que nos rodeaban parecían bastante sorprendidos por la situación. No esperaban que estuviera siguiendo las órdenes de un preso, y su desconcierto era evidente en sus rostros. Algunos incluso intercambiaban miradas incrédulas entre ellos, sin poder creer lo que estaban presenciando.
Era casi cómico ver la expresión de desconcierto en los rostros de los guardias, que no terminaban de comprender cómo un preso estaba cooperando con nosotros y hasta seguía órdenes. Algunos incluso comenzaron a murmurar entre sí, lo que solo aumentó la tensión y la sensación de incertidumbre en el ambiente.
Paimon, como de costumbre, quiso intervenir en el momento. Su pequeña forma flotaba justo a nuestro lado y miraba a Wriothesley con una mezcla de enojo y desaprobación en su rostro.
Paimon: Vamos, no seas tan duro con él. Karl ha sido de gran ayuda. Él realmente nos ha ayudado en la pelea.
Clorinde, que aún guardaba silencio, miró de reojo con un toque de aprobación, aunque su rostro aún mantenía un gesto serio. Mientras que Wriothesley, algo sorprendido por la interrupción de Paimon, se frotó el puente de la nariz con cierto cansancio y dejó escapar un ligero suspiro.
Wriothesley: Lo sé, Paimon, lo sé.
Respondió Wriothesley con un tono ligeramente irritado, pero con una mezcla de resignación en su voz. Era evidente que la intervención de Paimon lo había molestado un poco, pero al mismo tiempo, reconocía que yo había sido de ayuda en la pelea.
Wriothesley asumió el control de la situación de inmediato, tomando un control firme y eficiente. Después de ordenar un rápido recuento de los daños y heridos, así como una limpieza apresurada de los cuerpos muertos, se apresuró a enviar un informe breve pero detallado a Neuvillette, informándole sobre los recientes acontecimientos en el Fuerte Metropide.
Su determinación y rapidez en tomar el liderazgo era evidente en sus órdenes y comportamiento. Los guardias del fuerte también siguieron sus instrucciones con un sentido de urgencia, trabajando juntos para recuperar el orden en el lugar después de la invasión de las bestias.
Aprovechando un momento de calma, me acerqué a Charlotte, quien estaba sentada en el suelo descansando tras haber apoyado en la pelea con su cámara. Con un tono ligeramente alegre, le dije:
Karl: Parece que hoy tendrás un buen reportaje, señorita Charlotte.
Charlotte, aunque estaba recuperando el aliento, levantó la vista hacia mí y me miró con una expresión agotada pero llena de determinación. Su cámara descansaba en su regazo, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro mientras me respondía:
Charlotte: Seguro que sí, parece que he captado algunas imágenes bastante interesantes
Miré cómo ella revisaba cuidadosamente la cámara, revisando las imágenes que había tomado durante la pelea. Charlotte parecía satisfecha con lo que había logrado capturar, y en su rostro se podía ver una mezcla de alegría y cansancio debido al arduo trabajo que había realizado durante la lucha.
Mientras observaba cómo Charlotte revisaba las imágenes que había tomado, sentí cómo la adrenalina empezaba a disipar y mi cuerpo comenzaba a debilitarse. Los efectos del arduo combate empezaban a manifestarse en mi, y las heridas anteriores aún no estaban totalmente sanadas, por lo que mi energía se agotaba rápidamente.
Sentí una oleada de fatiga que se apoderaba de mí, y me apoyé contra una pared cercana para mantenerme en pie. Mi respiración se volvió más pesada y mis piernas ligeramente temblorosas. Era evidente que necesitaba recuperar fuerzas y tratar mis heridas lo antes posible para poder seguir adelante.
Paimon, quien había estado observándome cuidadosamente, se acerco a mí con un tono de preocupación en su voz. Su pequeño rostro expresaba una mezcla de inquietud y preocupación mientras me miraba apoyado contra la pared.
Paimon: No te ves muy bien
Sus palabras eran un reflejo de la verdad. Estaba claro que mi estado no era el mejor en este momento.
Asentí ligeramente en respuesta al comentario de Paimon, admitiendo mi condición actual. Mis heridas y las secuelas de la batalla me estaban pasando factura, y mis niveles de energía estaban bajo mínimos.
Karl: Sí, lo sé. Probablemente necesite descansar y recuperarme un poco.
Dije manteniendo la calma pero mostrando cierta vulnerabilidad en mi voz.
Paimon, preocupada por mí, se acerco más y apoyó su pequeña mano en mi brazo como un gesto de consuelo. Su expresión seguía mostrando una mezcla de preocupación y ternura.
Paimon: Deberías descansar un poco y dejar que los sanadores te revisen.
Sugirió ella, su voz amablemente animándome a cuidar de mí mismo en ese momento.
Agradecí su preocupación y el gesto de consuelo de Paimon, y asentí nuevamente en acuerdo. Sabía que necesitaba descansar y buscar atención médica para mis heridas y recuperar fuerzas.
Karl: Tienes razón. Creo que es lo mejor que puedo hacer ahora.
Dije aceptando su sugerencia con un suspiro ligeramente cansado.
Con un cierto letargo, me las arreglé para caminar hasta mi cuarto, guiado únicamente por el cansancio y el dolor que aún sentía por mis heridas. Al llegar allí, me dejé caer en la cama, mi cuerpo se desplomó sin energía alguna. Cerre los ojos, y mis pensamientos fueron llevados por el agotamiento, dejándome atrapado en la somnolencia.