—¿Puedes dejar de ser tan presuntuoso? —preguntó ella.
Su rostro se enfrió y ella habló con voz profunda:
—¿Y qué tiene que ver contigo dónde me siento? —inquirió.
La voz de Adam Jones sonó especialmente serena y justa:
—Elly Campbell fue ahogada por sus palabras y no pudo replicar ni una sola —comentó el narrador—. Simplemente decidió ignorarlo y agarró un documento para leer.
Acababa de echarle un vistazo cuando frunció el ceño:
—Había pensado que el documento que Adam Jones le había pedido que ayudara era solo un archivo de negocios ordinario, pero inesperadamente resultó involucrar secretos comerciales nucleares de la Corporación Jones —continuó la narración—. Por no mencionar que apenas tenía algún entendimiento de los asuntos de la Corporación Jones, y menos aún del secreto nuclear de la Corporación Jones. Él se lo había entregado tan abiertamente, ¿no temía acaso que pudiera filtrarlo?
—Este documento es demasiado confidencial, deberías manejarlo tú mismo —propuso ella.