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Después de decir eso, colgó el teléfono. Su viaje a Alaska fue una decisión espontánea; no le dijo a nadie, tomando un taxi por su cuenta desde el aeropuerto hasta una casa que había comprado casualmente frente a la de Elly Campbell.
—¿Sr. Jones?
Adam Jones estaba frente al ascensor cuando acababa de presionar el botón, y de repente, una voz femenina suave vino desde atrás, aparentemente forzando la dulzura de su voz, lo que hacía que la gentileza pareciera excesivamente forzada.
Adam Jones frunció ligeramente el ceño con un gesto de desagrado mientras la dueña de la voz ya había llegado a su lado.
Una mano, intencionalmente o no, apartó el cabello que caía sobre sus sienes para colgar detrás de su oreja, revelando un rostro delicado con ojos que apenas podían contener su emoción mientras se demoraban en la cara de Adam.
Lynn Clark no esperaba encontrarse con Adam Jones en el momento en que regresó, y al ver que estaba solo, no pudo evitar tener otros pensamientos.
