Lynn Clark apartó la mano de Roberto Green e intentó huir presa del pánico, pero al oír sus palabras, Roberto Green soltó una risotada.
—Nuestra señora no resultó herida porque nuestro CEO reaccionó rápidamente, no porque tu gente mostrara alguna misericordia. ¿Qué te hace pensar que puedes atribuirte el mérito de la buena acción de nuestro CEO? Si algo le hubiera pasado a nuestra señora, ¿realmente crees que seguirías aquí parado hablando tan tranquilamente?
Tomó un pañuelo del salón y se limpió las manos como si hubiera tocado algo sucio.
Luego, miró a los guardaespaldas y ordenó, —Según las órdenes del jefe, cortadle los tendones.
—Sí.
—No... no puedes hacerme esto. Te demandaré, te demandaré por lesión intencional...
—Adelante y demanda. Tenemos más que suficiente sobre ti para asegurarnos de que nunca vuelvas a ver la luz del día.
Las palabras de Roberto Green despojaron a Lynn Clark de toda voluntad de resistir, y se desplomó en el suelo.
