—¿Qué quieres decir con esas palabras? —preguntó Yu Manna—. ¿También crees esos rumores? Sí, admito que estoy celosa de Bai Zhi. Celosa porque ella siempre puede estar a tu lado, porque ella es quien capta tu atención. Pero a pesar de mis celos, no he tomado ninguna acción para dañarla. —Continuó.
—Hayas actuado o no, conoces tus verdaderas intenciones. Tarde o temprano, encontraré la evidencia. Manna, la red del destino tiene mallas amplias, pero nada escapa de ella —respondió fríamente Lin Yang.
Lágrimas brotaron en los ojos de Yu Manna mientras miraba a Lin Yang. Lo había amado durante tantos años, pero parecía que él se negaba a verla de la misma manera.
—Lin Yang, eres amable con todos, ¿por qué eres tan duro conmigo? ¿En tus ojos, soy realmente tan venenosa y desalmada? —preguntó.
Lin Yang no quería seguir discutiendo con Yu Manna. Ya no quería mirarla. Simplemente la empujó hacia la puerta, la cerró con llave y dijo:
—Vete, y no dejes que te vuelva a ver.