Leland miró a Eloise fríamente. Le preguntó:
—¿Qué quieres a cambio del antídoto?
Eloise apretó los labios.
—Realmente no lo tengo.
—¿A qué te refieres con que no lo tienes? Es TU veneno —Leland quería levantarse y estrangular a su antiguo amigo, pero su maldito cuerpo aún no quería moverse. Empezaba a preocuparse lentamente de que su vida estuviera a merced de esta gran bruja ante él.
Este pensamiento le dolía. Leland preferiría morir antes que estar a merced de alguien. Tampoco suplicaría por un antídoto si Eloise no quisiera dárselo. Entonces, las únicas dos opciones que tenía era pagarle a Eloise el precio que pidiera, o... suicidarse y acabar con todo.
No dejaría que nadie lo tomara prisionero cuando estaba débil. Eso no era lo que él era. Preferiría morir antes que perder su honor. Aunque... le entristecería mucho dejar a Sophie y a sus hijos.