Sarah nunca se había sentido tan cansada como ahora en toda su vida. Movió su cuello hacia la izquierda y hacia la derecha y luego estiró sus brazos antes de prepararse para salir de la oficina.
Estaba dentro de su coche cuando recibió una llamada de Kenzie.
—Hermana, ¿podemos cenar juntas? Odio comer sola y estoy molesta por el trabajo… —escuchó que Kenzie se quejaba.
Sarah soltó una carcajada y dijo:
—Está bien, quizá también podemos tomar algo después ya que yo también estoy molesta por el trabajo...
Ella y Kenzie se volvieron sorprendentemente cercanas cuando trabajaron juntas en el caso de Kenzie que terminaría la próxima semana. Estaba segura de que ganarían y esos hombres que intentaron abusar de Kenzie en esa fiesta en casa definitivamente pagarían mucho por lo que hicieron.