Lana no podía creer que acabaran de hacer eso dentro de la biblioteca. Ella, de todas las personas, lo permitió y, de hecho, lo deseaba con muchas ganas. Volvió corriendo a su dormitorio y se apresuró al baño, asegurándose de haber cerrado la puerta con llave, antes de darse una limpieza rápida y arreglarse para estar presentable.
—¡Es demasiado absurdo y descarado! —exclamó mientras se miraba en el espejo. Sin darse cuenta, se cubrió la cara con las manos, viendo lo roja que estaba.
Salió del baño y vio la sonrisa pícara de Liam mientras él se sentaba cómodamente en el sofá mirándola.
—Mi familia está cerca. Vamos a salir. —murmuró y se levantó.
—Límpiate primero, —susurró ella, tratando de parecer despreocupada.
—Ya lo hice en una habitación vacía junto a la nuestra. —respondió Liam y estaba a punto de acercarse a Lana para tomar su mano, pero ella se alejó rápidamente con pasos largos hacia la puerta.