En el lugar de juegos arcade, el chico volvía a jugar en una máquina cuando un hombre se le acercó.
—¿Cómo estás, niño? —preguntó el hombre con una sonrisa. Todavía podía recordar esa voz, ya que el hombre había sido generoso al darle muchos fichas. Se giró y notó que el hombre ya no llevaba puesta una máscara.
—Oh, eres tú. El hombre con la máscara aquel día —dijo con una sonrisa y el hombre asintió.
—Te fuiste temprano. Conseguí darles a esas dos mujeres juguetes de peluche cada una en solo dos intentos —El chico sonreía orgulloso.
—Bien. Como esperaba, eres realmente bueno... —El hombre lo elogió con una sonrisa.
—Hoy no llevas máscara —comentó el chico y el hombre asintió.
—Ya no la necesitaré. ¿Qué tal si te invito algo rico por ese favor que te pedí… Vamos a tomar un aperitivo, niño? —ofreció el hombre y el chico asintió.
Fueron a la cafetería más cercana. El hombre pidió al camarero que cambiara el canal a la actualización de noticias de la tarde.