Gale suspiró mientras revisaba nuevamente el contrato que ella y Noah habían acordado y firmado esa mañana. Si uno lo mirara, en efecto era beneficioso para ambas partes como había dicho Craig.
El contrato era más bien un acuerdo de asociación en el cual Noah le permitía tener los mismos derechos en el trato, ya que todavía era la empresa de su difunto esposo y tampoco estaba endeudada de ninguna manera.
Todavía estaba sumida en sus pensamientos cuando oyó que tocaban a su puerta seguido por la voz de Craig, —Sal, por favor. He cocinado algo. Ven a probar un bocado.
Gale sonrió y respondió, —Está bien. Ya voy.
Sintió que muy pronto sería el doble de su peso original si Craig no dejaba de cocinarle comida deliciosa cada día. Salió y de repente se sintió hambrienta por el olor de la pasta que él acababa de preparar para el tentempié de la tarde.
Él estaba de nuevo con su delantal mientras servía el plato en la mesa.
