Everly entró en la casa y subió las escaleras. Entró en la habitación y allí estaba Valerio, tecleando en su portátil. Él la había notado y giró su cabeza con una sonrisa. —¿Cómo te fue?
Ella suspiró y caminó hacia la cama para sentarse con los brazos cruzados. —Es un problemático.
—¿Tu padre? —Valerio dejó su portátil a un lado y se acercó a ella. Se agachó y levantó la mirada para encontrarse con sus ojos. —¿Por qué lo dices?
—Bueno, no diría eso, pero es persistente. No tengo ninguna intención de perdonarlos, pero él no quiere escuchar eso. Sigue insistiendo una y otra vez y no lo deja pasar. —Ella suspiró y enterró su cara en sus palmas.
Valerio le apartó el cabello detrás de la oreja y agarró una de sus manos. —¿Y por qué es eso? —preguntó. —¿No quieres arreglar las cosas con tus padres? Sé que no estuvieron cuando debían estar, pero... ¿sabes que aún podrían arreglar las cosas? Aún podrían conocerte y ser un buen padre para ti, ¿no?