El trayecto entero fue en un silencio furioso y la siguiente vez que levantó la cabeza, descubrió que estaban en el... ¿aeropuerto? Espera, ¿por qué estaban en el aeropuerto? Él no podría... no podría estar planeando llevarla con él de todos modos, ¿verdad?
—¿Cómo te atreves? —los dientes apretados se le deshacieron y parecía que mataría al hombre si posaba sus ojos en él.
Los dos guardaespaldas se inclinaron ante ella, una mirada de disculpa en sus rostros. —Por aquí, señora —gesticularon.
Le tiritó el ojo izquierdo y apretó las manos en puños. —Mi libro ha desaparecido por culpa de ustedes, idiotas. No me voy. Id y decidle que no voy a venir —se burló y se dio la vuelta para salir del aeropuerto a toda prisa. Pero los dos hombres se acercaron a ella, la agarraron de los brazos y empezaron a arrastrarla hacia dentro.