Leia frunció el ceño y pensó profundamente durante unos segundos.
—No estoy segura. ¿Por qué preguntas? —respondió Everly.
Leia se rascó la cabeza pensativa y de repente se encogió de hombros.
—Bueno, podría ser posible. Quizás sí, quizás no —se levantó del bloque—. Realmente espero que no seas una.
Everly inmediatamente frunció el ceño al verla levantarse también.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó.
—Nada, no te preocupes por eso —Leia comenzó a alejarse, dejando a Everly apresurarse tras ella.
—Querías decirme algo, Leia. ¿Qué es? —preguntó Everly.
—Es mejor que no lo sepas. Si alguna vez resulta que eres una, te lo diré entonces.
—Pero–
—Sin peros, Everly. Vamos a casa —Leia la miró severamente y llamó un taxi.
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Sentado en la barra, Valerio se frotó la sien, ligeramente molesto.
—Valerio, ¿puedes relajarte, por favor? —preguntó Nix, sentado junto a él en el mostrador.
Valerio lo miró.
—Me relajaré, después de que te expliques —dijo Valerio.