A la mañana siguiente, Valerio llevó a Dafne al Hospital de Nix.
Entró al hospital sujetando fuertemente su mano. La enfermera los llevó a la oficina de Nix, considerando que él había hecho una cita antes de venir.
Ella empujó la puerta, y junto con Dafne, Valerio entró. Echó un vistazo a la mesa para ver a Nix, que estaba ocupado con unos documentos arrugados.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
Nix inmediatamente levantó la cabeza y lo miró.
—He desordenado estos documentos, y son los documentos del paciente —respondió con una expresión de estrés en su rostro.
Valerio parpadeó. —Ya veo. Caminó hacia la silla con Dafne para sentarse.
—¿Puedes mirarla ahora? —preguntó.
—Sí, claro —Nix asintió y guardó los archivos en su cajón.
Se levantó de su silla y ajustó su bata. Saló de su silla y caminó hacia Dafne.
—Hola —le sonrió calidamente.
Dafne sonrió de vuelta. —Hola.
—Dijiste que te dolían los ojos, ¿verdad? —inquirió Nix.
Dafne asintió con la cabeza. —Sí.