Valerio y Everly se miraron el uno al otro, sin tener muy claro qué le acababa de pasar a Leia.
—¿Está...bien? —preguntó él.
—No lo sé. Parecía bien hasta ahora —respondió Everly.
—Dame un minuto —una ligera mueca apareció en el rostro de Valerio, y se dirigía hacia la habitación de Leia.
Golpeó la puerta y esperó pacientemente a que ella la abriera.
Pasaron unos segundos, y golpeó una vez más.
Esta vez, finalmente, ella abrió la puerta, dejándole pasar.
Valerio entró y cerró la puerta. Se giró para mirarla, y Leia, que no estaba segura de cómo enfrentarlo, desvió la mirada.
—¿Qué te pasa, Leia? —preguntó Valerio.
Leia lo miró y después desvió la mirada por la habitación. —N-nada.
—Por favor, no me digas que no es nada. Sé que algo va mal y no entiendo por qué no quieres decírmelo. Nunca me ocultas cosas. ¿Soy yo? ¿Te hice algo malo? ¿Por qué estás enojada conmigo? —preguntó él, confundido.