En medio del trayecto, Valerio echó un vistazo a Nix, cuya expresión no parecía nada buena.
—Nix —lo llamó.
Nix lo miró.
—¿Qué? —preguntó.
—¿Todavía estás enojado? —inquirió Valerio.
—¿Qué parece? —Nix le devolvió la pregunta.
Un profundo suspiro escapó por la nariz de Valerio, y una expresión de culpa apareció en su rostro.
—Lo siento. Si supiera que las cosas irían de otra manera, no te habría pedido que lo hicieras —se disculpó.
Un pesado suspiro escapó por la nariz de Nix, y entreabrió los labios para hablar, pero se contuvo al sentir que Vicente le agarraba la mano.
Lavantó la vista y lo miró.
—Está bien —Vicente le habló en voz muy baja, sin querer que discutieran más.
Nix lo miró fijamente y desvió la mirada.
Arrancó su mano de él y apoyó la cabeza en la ventana, algo exhausto.
—Está bien, Valerio. No es tu culpa —de repente dijo, con una mirada suave en su rostro y un poco de sorpresa, Valerio lo vislumbró.
—¿Ya no estás enojado? —inquirió.