Lucius lo miró y sonrió. —Esto puede ser difícil, pero... mientras jures nunca pensar o intentar matarme, no importa lo que suceda en el futuro, retiraré mi orden y te otorgaré permiso —declaró su condición, y de inmediato apareció un ceño fruncido en el rostro de Valerio.
—¿Qué tipo de condición es esta? —preguntó.
—Una condición es una condición, Valerio. Depende de ti si puedes aceptarla... o no. No pienses que voy a dejarte salvar a tu amigo humano sin obtener algo a cambio.
—¡Una vida por una vida! Si vas a salvarlo, puedo aprovechar esta oportunidad para conservar la mía —Lucius sonrió maliciosamente y, comprendiendo de inmediato la intención detrás de tal sonrisa, la ira llenó a Valerio, y apretó las manos con fuerza en puños.
—Por supuesto, ¡siempre vas a ser un hombre cursi! ¿Qué esperaba? —se rió suavemente y como respuesta, Lucius le sonrió.
—Me conoces demasiado bien —se carcajeó, tomando una suave respiración—. Entonces, ¿aceptas mi condición o no? —preguntó.