—¿No quieres que los mate? —preguntó Valerio, con una sonrisa en los labios, y Everly negó con la cabeza hacia él.
—No... No quiero que manches tus manos con sangre. Así que por favor, no mates a nadie. Si es posible, recuperemos a mi hermano sin quitar vidas, ¿de acuerdo? —imploró ella, y la sonrisa de Valerio se ensanchó.
—Está bien. Prometo que no quitaré ninguna vida —prometió él, y la tristeza en el rostro de Everly se iluminó de inmediato.
Pasaron dos horas más, y finalmente, llegaron a su destino.
Los guardaespaldas, al ver acercarse los tres SUV, fruncieron el ceño.
Detuvieron los coches y Nihal bajó sin mostrar ninguna expresión en su rostro.
Se acercó a los guardaespaldas y les dijo algunas cosas.
En el momento en que terminó, temor destelló en los ojos de los guardaespaldas, y sin dudarlo, corrieron hacia la puerta y la abrieron de golpe, permitiéndoles pasar.
Nihal volvió al coche y condujo al interior del complejo, seguido por el resto de los dos coches.