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—Él se quedó mirándola, sin saber qué responderle.
—¿De verdad? —ella insistió, determinada a saberlo.
—No. Él no nos odia. Todos solo tenemos un pequeño malentendido, por eso no nos llevamos bien. Eso es todo. No nos odia —explicó Valerio, sin querer entristecerla o traerle esos terribles recuerdos.
—Ya veo. No sé, pero... tengo la sensación de que no le caigo bien en absoluto —ella sonrió pesimistamente—. Aunque parece que a ti te tiene bastante estima —ella rió suavemente y de inmediato, confundido, Valerio frunció el ceño.
—¿A qué te refieres? —preguntó él.
—Bueno, ayer no quería hablarme o siquiera mirarme. Pero estuvo a tu lado todo el tiempo y estaba realmente preocupado también —ella explicó, e incapaz de soportar la tristeza que veía en sus ojos, Valerio la abrazó cálidamente y le acarició el pelo con los dedos.