—No-no sé. Me des-desperté y lo encontré temblando, y cuando traje a Leia para mostrarle lo que estaba pasando porque yo no podía entender qué sucedía, lo encontramos así —explicó y se derrumbó aún más.
—¡De ninguna manera! ¡Valerio no puede estar muerto! ¡No puede estarlo! —Vicente sacudió vigorosamente su cabeza y se volvió a mirar a Nix.
—¡Nix! ¡Haz algo! Tú... no dejarás morir a nuestro amigo, ¿verdad? —preguntó con miedo apareciendo en sus ojos dorados.
Nix, sin palabras, se arrodilló en la cama, inmóvil.
En ese momento, no podía sentir nada. Todo su cuerpo se sentía entumecido, y todo en lo que podía pensar era en cómo había fallado, en cómo no había logrado salvar a alguien importante para él.
—Yo... lo fallé. Jajajajaja. ¡Le dejé morir! No pude... salvarlo después de todo —comenzó a reír como si hubiera perdido la razón, y Vicente, que lo había visto así antes, inmediatamente soltó la mano de Valerio.
Se apresuró hacia él y lo agarró por el hombro.