Everly llegó de regreso a la mansión y sacó su teléfono del bolsillo de su chaqueta.
Miró la pantalla y jadeó sorprendida al ver veinticinco llamadas perdidas de Valerio.
—¡Espera, qué! —exclamó y comprobó, solo para darse cuenta de que su teléfono estaba en modo silencio.
—¡Tienes que estar bromeando! —se apresuró rápidamente hacia el edificio y avanzó hacia el ascensor.
El ascensor la llevó hasta el segundo piso, y se dirigió hacia la habitación de Valerio.
Cuando procedía a abrir la puerta, miró su reloj de pulsera y se dio cuenta de que ya era la 1 a.m.
—¡Qué tarde! —exclamó por lo bajo y empujó la puerta para abrirla.
Entró para ver a Valerio ya dormido en la cama.
Una intensa culpa la invadió inmediatamente y lanzó su teléfono al sofá.
Se apresuró hacia el baño para ducharse, pero antes de poder entrar, se oyó la voz de Valerio.
—Tu aroma huele un poco distinto. —dijo él.
