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El coche llegó a su destino, y Everly se bajó.
Pagó al taxista y se giró para caminar hacia una puerta negra.
Se detuvo frente a ella y sacó su teléfono del bolsillo de su chaqueta.
—¿Debería llamar a Valerio y decírselo? —Se lo pensó y revisó su número.
Movió su dedo para marcar y llamar, pero como si su mente se opusiera, retiró su dedo.
—¿Cuál es el punto de decírselo aquí? No es como si él lo fuera a entender.
—Es algo de lo que necesita sentarse y hablar con él.
Se enamoró de él, olvidando que eso era algo que él no sabía.
—¿Cambiará después de que se entere? —Contempló la idea y negó con la cabeza, sin querer pensar en ello todavía.
Cuando regrese, averiguará qué hacer.
Asintió para sí misma y soltó un profundo suspiro.
Como si la hubieran identificado, la puerta negra se abrió y una gran mansión se hizo visible.
Inmediatamente tragó saliva, y con un profundo suspiro saliendo por su nariz, caminó hacia el edificio.
