—¿Qué? —Loco parpadeó sus ojos hacia ella, y ella le sonrió cálidamente.
—Sí. Pero no estés triste, no me importa morir en lo absoluto. Me alivia saber que la muerte me salvará de una vida miserable que podría haberme sobrevenido si hubiera vivido —ella habló con toda la sinceridad de su corazón, y Loco se movió para pararse frente a ella.
Él la miró intensamente y de repente se inclinó, haciendo que Delarcy abriera los ojos sorprendida y confundida.
—¿Q-qué estás haciendo
—Por favor, no mueras, Señorita Delarcy. Eres mi única amiga en este lugar, y si mueres, ya no tendré a nadie con quien hablar —Loco rogó con la cabeza aún inclinada, y los ojos de Delarcy parpadearon furiosos.
Una sonrisa apareció en su rostro, y ella se rió suavemente.
Se acercó a él y suavemente agarró su barbilla, levantando su cabeza para hacerle mirarla a los ojos.
—¿Es esa tu única razón? ¿No me extrañarás? —preguntó ella, y Loco, que era bastante tímido, parpadeó nervioso.