—Pedirte que renuncies a ser mi cuidador es lo último que haría. Así que, por favor, nunca asumas eso, ¿de acuerdo? —preguntó con una media sonrisa en su rostro, pero Everly, que aún no había terminado, cruzó sus brazos con duda en sus ojos.
—Entonces, ¿por qué no me dejas hacer mi trabajo como antes? —ella preguntó.
—Ehh… —Valerio parpadeó y se levantó de la silla.
Se dio la vuelta para enfrentarla y agarró sus hombros. —Everly, es porque estás herida. No quiero que te estreses por algo que claramente puedo hacer yo solo. —Sonrió al decirlo, a pesar de que esa no era su verdadera razón.
—Pero ya estoy bien. Además, es mi trabajo; no tienes que preocuparte por mí. —Everly frunció el ceño en descontento mientras se corregía, pero Valerio, sin embargo, se echó a reír y juguetonamente despeinó su cabello con sus manos.
—Tómalo como que me preocupo por ti. —Le guiñó un ojo, y casi inmediatamente, Everly se agarró la nariz mientras sus ojos se abrían de par en par en shock.