Everly despertó temprano en la mañana y bostezó mientras estiraba sus músculos.
Este tiene que ser el sueño más pacífico y dulce que jamás haya tenido.
Rió suavemente y miró al lado de la cama, solo para encontrar el espacio vacío.
—Señor... Avalanzo... —murmuró y miró detrás de la cama, solo para verlo acostado en la manta en el suelo con la cabeza apoyada en la almohada.
—Oh mierda...— Inmediatamente se tapó la boca, sabiendo al instante que probablemente era por ella que él estaba durmiendo en el suelo.
—Espero que hayas dormido bien —la cansada voz de Valerio sonó de repente, haciendo que ella se encogiera—. Porque yo ciertamente no lo hice. —Tomó una respiración profunda y se levantó para sentarse en la cama.
—¿Por qué dormiste en el suelo? —Con la cabeza baja, preguntó Everly.
—Everly, si me haces esa pregunta otra vez, te lanzaré por esa ventana. —Valerio habló con la cara hundida en la cama.