Alex llegó arriba y se quitó la sudadera con capucha.
La dejó caer en un rincón y se dirigió hacia la puerta de la habitación de Valerio.
Dio dos toques ligeros en la puerta, y Valerio dio su permiso.
Entró y cerró la puerta detrás de él, luego se inclinó levemente ante Valerio, que estaba sentado con la cabeza echada hacia atrás. —Me has llamado —dijo.
Valerio levantó la cabeza y lo miró. —Sí, lo hice. ¿Dónde has ido? —preguntó.
—Solo salí a pasear por el parque —respondió Alex sin ninguna expresión en su rostro.
—¿Por qué no me lo dijiste? —inquirió.
—Era solo un parque, amo. No pensé que valiera la pena molestarte —explicó Alex, causando que una leve mueca de desagrado apareciera y desapareciera en la cara de Valerio.
—Ya veo —asintió y exhaló—. Tengo una tarea para ti —dijo.
—¿Puedo preguntar cuál es, amo? —preguntó Alex.
—Es sobre Everly. Necesito que averigües quién le disparó —aclaró Valerio, con la mirada puesta en Everly, quien dormía profundamente en la cama.