Valerio frunció el ceño, sin poder entender a qué se refería ella.
—¿Te entró algo en los ojos? ¿Tierra, quizás? —preguntó.
Dafne negó con la cabeza. —No…
—Entonces, ¿qué sucede? —preguntó Valerio, su expresión llena de preocupación.
—No lo sé —respondió Dafne con una expresión ansiosa.
Valerio la miró y se levantó de pie.
—Te llevaré al hospital por la mañana; ¿crees que puedas esperar hasta mañana? —preguntó.
—Sí —Dafne asintió con la cabeza.
—Levántate; es tarde. Vamos —Valerio tomó su pequeña mano y comenzó a caminarla de regreso a su habitación.
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Nix, que estaba revisando sus documentos, levantó la cabeza en cuanto oyó que tocaron a la puerta.
—Adelante —permitió.
La puerta se abrió y su asistente entró.
—¿Qué pasa? —preguntó Nix sin mirarla.
—Hay unas personas aquí para verlo, señor —respondió la joven enfermera.
Nix levantó la cabeza, finalmente mirándola. —¿Quiénes son?
—No estoy segura —La enfermera negó con la cabeza—. Pero es una mujer y un hombre —dijo.