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Sentada en la cama, envuelta en una toalla, Everly miraba la pantalla de su teléfono, sin saber qué hacer.
¿Debería ir y hacer el trabajo o decir que no?
Pero... no es que lo ame ya.
Ella tiene muy claro que no siente absolutamente nada por él.
Pero tampoco es que esté realmente hecha para este trabajo.
Entonces, ¿está bien decir que no?
Quiero decir, si fuera alguien más, diría que sí, ¿verdad?
Es una cuidadora profesional, y sería muy poco profesional de su parte.
Los sentimientos personales y todo eso nunca deberían interferir con el trabajo de uno.
Respiró hondo y buscó el número de Alice.
Llamó y pasaron unos segundos antes de que Alice contestara el teléfono.
—Hola, Everly —se escuchó la voz de Alice desde el otro lado del teléfono.
—Alice —habló Everly.
—Supongo que ya has tomado tu decisión. Ahora dime, ¿cuál es? ¿Sí o no? —preguntó Alice.