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—Antes de irme, ¿necesitas algo? —preguntó Kaden, sorprendiéndola.
Los ojos de Lina se iluminaron. ¡Finalmente estaba priorizando algo más! Por mucho que Lina se preocupara por él, no era una mujer codiciosa. Había madurado lo suficiente para saber que debía tener una vida más allá de ella... incluso si él no quería. ¿Cómo llamarían a eso?
¿Una obsesión?
¿Estaba Kaden DeHaven obsesionado con ella de manera psicopática? Eso esperaba que no.
Pero su comportamiento de antes, cuán rápidamente estaba dispuesto a manipularla... El corazón de Lina se aceleró. Al instante, su mirada parpadeó hacia su pecho. Luego, de vuelta a sus ojos. Él lo oyó.
—¿Qué pasa, paloma? —murmuró Kaden—. ¿Algo te molesta?
¿Cómo se supone que Lina formulara ese tipo de pregunta? Oye, apuesto Presidente con poder y riqueza, ¿estás obsesionado conmigo? ¿Eres un psicópata? Como si tres vidas con él no fueran un testamento de su naturaleza...
—No —admitió Lina—. Nada en absoluto.