Lina dejó la carpeta sobre el escritorio. Pesaba como papel, que no era nada. Pero la información era pesada en sus manos y ya no quería tocarla. Inmediatamente, Lina le dio el día libre a Estella, considerando que su trabajo había terminado.
—Tómate el día libre antes de tiempo —había dicho Lina.
Después de la partida de Estella, Lina se sentó en su oficina por unos minutos. No hizo nada más que mirar fijamente el infame emblema de la medicina, serpientes gemelas enrolladas alrededor de un cetro. Todo lo que hizo fue memorizar cada línea intrincada del logotipo. Luego, tomó el teléfono, le contó a Kaden la noticia y colgó.
Lina se giró en su silla para mirar por la ventana detrás de ella. Después de una fracción de segundo, se levantó, se dirigió al balcón a la derecha de la habitación y salió. El aire libre acarició su piel, llenando sus pulmones de frescura. Cerró los ojos para tomar el sol y escuchar el alegre canto de los pájaros.