La pareja estuvo en silencio durante el momento más largo. Kaden permaneció en la cama y miró el techo en blanco. De vez en cuando, escuchaba su leve movimiento. Cuando cerraba los ojos, podía oír su suave respiración. Sabía que ella no estaba dormida por los latidos erráticos del corazón. ¿Estaba ansiosa? ¿Qué tenía en mente? Estaba dispuesto a pagar una buena suma para escuchar sus pensamientos.
—¿Cómo es que en mi tercera vida tengo un hermano y no hermanas como en mis dos segundas? —preguntó.
Kaden inclinó la cabeza para mirar en su dirección. Ella seguía de lado y no hacia él. Su mirada se suavizó frente a su intento de iniciar una conversación.
—Porque tus hermanas eran un riesgo. En la primera vida, ella se unió a la guerra y la alentó. En la segunda, ella tuvo parte en tu arreglo con Atlántida. Tener un hermano es una opción mucho más segura —respondió calmadamente.