Algunos eran los protagonistas de sus historias, otros eran los villanos. Al final, todos vivieron felices nunca después.
Kaden lo supo en el momento en que salió el sol. Se comportó como si nada fuera fuera de lo ordinario. Lina era su ser habitual. Nunca había suspirado un alivio tan grande. Estaba contento de haber tomado los recuerdos de la noche anterior. Solo, la noche anterior. Nada más. Tenía que hacerlo. No había otra manera de preservar su cordura.
—¡Oh, por dios, esto sabe divino! —exclamó Lina, cogiendo el tenedor con los ojos muy abiertos. Se volvió hacia su esposo con alegría en su rostro.
—Prueba un poco, Kaden. —Lina hundió el tenedor en el pastel rebanado de nuevo y lo acercó a su boca.