Kaden miró sus pálidos dedos, donde su anillo descansaba cómodamente. Apoyó sus labios en el lado de su cabeza, besándola con cariño. Le gustaba la vista del anillo en ella. Era una sola pieza de joyería, pero los unía a ambos.
—Una vez que el anillo esté asegurado de la subasta, celebremos una ceremonia —dijo Kaden con una voz baja que tocó una cuerda.
Lina se quedó paralizada en el lugar. Lo sintió ponerse tenso debajo. Abriendo y cerrando la boca, luchó por decir algo. Recuerdos de su futuro se desplegaron ante ella como el destello de una película de terror.
Una mujer sollozando ante un altar vacío. Sangre en su vestido. Balas en el suelo. Fuego en la distancia. Y Kaden no estaba allí. La habían abandonado en el altar.
—Me dejaste en el altar —dijo Lina de repente con un tono distante—. Ya te lo había dicho. El futuro que presencié.
—Paloma