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—Me gusta la carne tal y como la preparé —murmuró Lina con un enfurecido movimiento de codos.
—Kaden soltó una risa suave. El sonido aceleró su pulso. Era cálido y llegaba hasta el fondo de su estómago. Él apoyó su rostro en el cuello de ella, besando su punto más sensible. Con un gemido bajo, luego le picó la mejilla.
—No puedo tener suficiente de ti —Kaden musitó, apoyándose contra ella.
—Lina podía sentir la dureza de él presionando contra su trasero. Con un rubor, intentó escapar. Él apretó su estómago más fuerte, abrazándola más profundamente.
—Tu olor se está desvaneciendo de mí —Kaden dejó sus labios en la coronilla de su cabeza. No podía dejar de besarla. Ella era tan suave. Tan flexible. Eso le encantaba de ella.