—Violeta, ¡bienvenida! —Aries recibió a Violeta con una brillante sonrisa en cuanto Román ayudó a Violeta a bajar del carruaje. Esta le devolvió la sonrisa con igual luminosidad, antes de ayudar a sus hijos a bajar. Cuando Violeta se enderezó, Aries ya había corrido escaleras abajo.
—Saludos, mi dama. —Violeta hizo una reverencia. A su lado, sus dos hijos se inclinaron para mostrar respeto a Aries, quien estaba frente a ellos.
—Saludos para ti, mi dama. —Román también se inclinó con los brazos cruzados sobre el abdomen, detrás de Violeta.
—Por favor levanta la cabeza. No hay necesidad de ser tan formal. —Aries rió feliz, complacida de verlos a salvo en la propiedad. Al levantar la cabeza, finalmente notó a Román. Este último bajó la vista, al ver que Aries fruncía el ceño mientras lo miraba. Sin embargo, Aries no dijo nada al respecto ya que desvió su atención hacia las personas que se acercaban detrás de ellos.