Mientras tanto...
—¿Está bien que pasees por la calle? —Aries miró a su derecha donde Abel caminaba sosteniendo su mano—. ¿Nadie te reconocerá?
—Este pueblo está demasiado lejos de la capital —Abel ladeó la cabeza hacia atrás y contoneó las cejas—. Aquellos que me hayan visto no estarán en este lugar. Y aunque lo estuvieran, preferirían fingir ser ciegos.
—No los asustes de esa manera —Ella se rió suavemente mientras movía la cabeza de lado a lado.
—No hay nada de qué asustarse de mí si no tienen malas intenciones —Él se encogió de hombros nonchalantemente, fijando su vista al frente—. Ahh... qué pueblo más animado.
Una sonrisa sutil dominó su rostro, apretando su mano solo para sentirlo. Aries miró hacia adelante y su sonrisa se ensanchó aún más. Sus ojos se suavizaron ante la vista del pueblo, y no pudo evitar estar de acuerdo con él. Era un pueblo animado, a pesar de que estaba situado en la parte más lejana del imperio.