Mientras tanto...
—La verás allí —Ismael le sonrió a Román, quien estaba dentro de su cancillería y simplemente de pie frente a la ventana. Observó la armadura que el séptimo príncipe aún llevaba desde el escritorio en el que se apoyaba Ismael.
Ismael cruzó los brazos bajo su pecho. —Es curioso cómo no habías preguntado dónde la había trasladado, ni preguntaste por nada en particular. En realidad, ¿dónde has estado todo este tiempo? Solo vienes y vas cuando quieres decir algo, pero no puedo encontrarte en ningún lugar cuando te necesito.
—No tienes nada importante que decirme. ¿Por qué buscarme?
—Tsk. ¿Puedes relajarte un poco, Rome? —Ismael chasqueó la lengua, mirando a Román de arriba abajo con incredulidad. Su hermano seguía siendo tan frío como siempre, aunque ya todo se hubiera calmado. —¿Cómo vas a seducir a Violeta si siempre estás tan tenso?