Aries y Abel rindieron respeto a la tumba de su familia en silencio. No era como si ella tuviera que presentar a Abel como si pudieran responder, sino que los dos simplemente realizaron el saludo ceremonial habitual haciendo una profunda reverencia en silencio. Tras la rápida y ceremoniosa reverencia, ambos se quedaron de pie frente al árbol donde yacían los restos de su padre.
Ambos permanecían sin hablar, dejando que la brisa matutina pasara junto a ellos. Estaban lado a lado, sosteniendo su mano frente a ella, mientras Abel mantenía su mano dentro de su bolsillo. Aunque sus ojos estaban dirigidos hacia adelante, Abel la había estado observando desde el rabillo del ojo.
—Gracias, Abel. —El lado de sus labios se curvó hacia arriba mientras sus ojos se suavizaban, mirando los árboles recién crecidos ante ellos. Pensó que ya había vaciado sus ojos de lágrimas, pero podía sentir sus ojos calentarse una vez más. Su garganta hizo un movimiento al tragar la tensión acumulada.